Estos mamíferos suelen traer al mundo únicamente a una cría, exceptuando en algunas ocasiones que paren dos, pero nunca más de este número. En el momento del alumbramiento, el resto de delfines protegerá de cualquier depredador que haya cerca y que se intente aprovechar de la situación.
En los delfines, el padre queda ausente en todo el proceso, ya que una vez que ha copulado, se desentiende por completo de la cría, sin embargo, cuando la hembra va a parir, otro delfín que toma el papel de comadrona, ayudará a hacer salir a la cría, la cual nacerá primero con la cola y finalmente sacando la cabeza. Esto es así ya que dentro de la matriz de la madre puede respirar tranquilamente, por lo que si saliese antes con la cabeza, correría riesgo de morir asfixiado. Cuando la cría ha salido por completo la madre lo empieza a empujar hacia la superficie con el fin de hacer que el pequeño tome por primera vez aire del exterior.
Buscan otros grupos con los que encontrar nuevas parejas y procrear.
Una vez que la cría ha tomado aire y se encuentra nadando, empezará a buscar a su madre y sobre todo a las glándulas mamarias de esta, con el fin de alimentarse. Durante aproximadamente un año y medio, el pequeño va a estar alimentándose de la madre, la cual estará en todo momento cazando y alimentándose. El amamantamiento de los delfines es algo diferente del que podemos conocer en otros mamíferos, ya que en vez de succionar el pequeño para que la leche salga, es la madre la que contrae el músculo, haciendo salir la leche. La cría empezará a crecer muy rápido, triplicando su tamaño cada semana. Cuando ya ha cumplido cerca de los dos años, empezará con la ayuda del grupo a alimentarse solo con otros delfines.